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Los valles fértiles han alimentado cuerpos y espíritus durante milenios.

La formación intelectual y plástica de Ángel Kuenka se desarrollan en un contexto donde barro, luz y color informan la evolución de un artista radicado en el entorno de Valencia que, no obstante, ha acabado encontrando su Ítaca particular hacia el oriente mediterráneo, en la tierra de Kemet.

Materia y luz. Línea y tonalidad sintetizan la creación de Ángel Kuenka, fruto de una síntesis afortunada entre el esmero del artesano y la pasión del viaje en su acepción más pura.

Artista y viajero recrean para el espectador la emoción de creencias antiguas, crípticas y a un tiempo comprensibles por aquéllos que visiten esta exposición con un espíritu abierto al disfrute de lo mejor que la civilización egipcia puede ofrecernos. En un ejercicio sutil, Ángel Kuenka desafía a aquéllos dioses que modelaron el barro inanimado con el poder vivificador del sol, ofreciéndonos piezas donde la arcilla, antes opaca, deslumbra al espectador con colores y líneas propios de una sensualidad antigua . Así, las pinturas de la tumba de Nebamun o el óstracon de una desconocida bailarina contorsionista cobran vida en el trabajo minucioso de un creador que logra transmitir el placer por el detalle en la ejecución de una obra que es algo más que una mera reproducción:

Ángel Kuenka sugiere en sus piezas el “tempo” calmo y preciso del orfebre.

La exposición “Mil Millas Nilo Arriba”es una invitación al goce de los sentidos. En ella,

Ángel Kuenka invita a detenerse en aquéllas ciudades egipcias descritas por Kavafis,

territorios donde nácar, ébano y perfumes sensuales nos transmitieron, algún día,

el saber de los antiguos.

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Samuel R. Domínguez, profesor de historia en el IES Albal, Valencia. Con afecto y admiración.

 

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